domingo, 16 de agosto de 2015

La nazarena borracha. (Artículo publicado en abril de 2014)

Todo el culebrón acaecido con el video del supuesto nazareno borracho (luego se ha sabido que es una jovencita y que estaba actuando) me vino a través de un bombardeo de amigos de algunas provincias andaluzas. La grabación ha hecho furor en Sevilla y Córdoba, compitiendo con la caída de la Virgen de Alicante.
Esta historia me hace reflexionar y compartir con el lector algunos puntos.
1.- La importancia del hábito procesional. Cuando una persona se pone una túnica (de hombre  o mujer de trono o de penitente, e incluso si va de promesa tras una imagen) se está revistiendo de penitencia y viene a formar parte del imaginario de generaciones de malagueños que la han llevado previamente y de todos aquellos que nos sucederán. La túnica o hábito no es un disfraz, no es un juego de rol,  y por lo tanto conlleva un comportamiento y una actitud. O sea, que “jugamos” con una claves casi sagradas y otras Sagradas con mayúsculas, de ahí de la importancia de aleccionar a todos los participantes en una procesión. Así, si en un carnaval o un jalouin vemos a un disfrazado borracho casi puede ser  hasta gracioso. Ver a un penitente ebrio es una aberración. Así de simple y es parte de la grandeza de las procesiones de Semana Santa, que nos transcienden.
2.- Así, si se están poniendo de moda los ensayos en los tronos, creo que tan conveniente como ellos es una o varias reuniones previa e incluso una escenificación privada de cómo participar en una procesión, qué significa la túnica o un escapulario, cómo se anuda un cíngulo, cómo se lleva un capirote, criterios a la hora de saludar a conocidos, criterios para dar o no cera, para portar una insignia, para descansar de manera disimilada, criterios para moverse en una masa de público, saber no perder los papeles ante una cámara o un famosillo, no responder a entrevistas, etc. etc. etc. O sea, conocer mejor a la gente que nos acompaña en los cortejos y por tanto, nos representa.
3.- Nos movemos con claves que debemos guardar como oro en paño. La Iglesia se echa a la calle y encima, por suerte o desgracia, según se mire, decenas de miles de cámaras nos están grabando a tiempo real.  Así, 5 siglos de historia de una corporación señera como la Sangre, con sus luces y sombras, es tachado por el trazo grueso de una jovencita que seguramente habrá que analizar el motivo por el que creyó que una procesión es un juego.
4.- Y claro, viene luego la progresía laica de los medios, o sea la 4, la 5 y la 6 y se ceba con todo ello. Seguro que luego no hacen público el comunicado de la cofradía. El mal y las bromitas ya están hechas. La mercancia ya está vendida.
5.- Y siguiendo con el análisis, todo ello incide en la importantísima labor de los jefes de sección y sobre todo de la comisión externa de una cofradía.  En la sociedad actual, los “enchaquetados con acreditación” deben estar al loro en todo momento, existiendo una perfecta coordinación entre ellos. Uno debería haber aparecido allí de inmediato e invitar al entonces anónimo nazareno a que abandonara las filas penitentes y en un lugar apartado entregara la túnica y el cirio.
6.- Me parece correcto el comunicado de la corporación, pero personalmente considero que antes que expulsar fulgurantemente a esta joven, yo me reuniría con ella, hablaría tranquilamente con sus padres (si lo tienen a bien) y la invitaría a reflexionar sobre el error cometido, invitándola a pedir perdón por un gravísimo error, quizá fruto de la juventud, la ignorancia de la importancia de la túnica, y le daría una nueva oportunidad, ya que de los errores se aprende.
7.- Y como anécdota. ¿Os imagináis que a la niña le da por apuntarse en Dolores de San Juan? Da un escalofrío pensarlo. Quizá hubiese recibido un “estipazo” sin querer, como uno que me llevé en Torregorda por meterme por donde no debía.
Aviso a navegantes. Tenemos un nuevo enemigo, tan misterioso como el picudo rojo.  Las tonterías que se hacen en internet y que pueden desvirtuar la solemnidad de una procesión. Seguro que algunos traman algo para el próximo año, camuflándolo en una “perfomance”. Que no nos venga de sorpresa. Estemos al loro, hay que ponerse las pilas, tan grandes como las baterías que llevaba a ruedas el Santo Traslado. Nos va la vida en ello.
Por cierto, en la foto de abajo un portador de la Virgen de la O con el “sigarrito”. Otro mal endémico a superar. Fumar mata, y fumar bajo un varal, remata.

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