Sin duda se trata de una decisión drástica pero necesaria, que protege esta obra de arte del ceramista sevillano Patricio Zabala, que ha tenido la gentileza de rehacer por dos veces los rostros de las imágenes.
La colocación del cristal tiene sus ventajas e inconvenientes, y entre estos últimos la aparición de posibles reflejos, según las horas, y sobre todo la menor cercanía con el devoto, que normalmente tocaba y acariciaba los azulejos de una pieza sumamente devocional y emblemática de este barrio.
Hay que destacar el complicado trabajo de colocación del marco de acero inoxidable, más propio por la cercanía a la playa con la humedad habitual de la zona, conformado por una puerta a modo de ventana con llave que posibilita su apertura y limpieza del interior.
Ya tenemos el mosaico del Carmen de Huelin para consuelo y encuentro de todos los vecinos, y como siempre colmado de flores y velas, esta tarde de domingo con el encanto añadido de la niebla que luchaba con los últimos rayos de sol vespertino.
Por cierto, que cafres hay en todos lados, y en este caso un desgraciado que no tiene otra cosa que hacer que romper la cara de la Virgen. No es el primer caso de un mural devocional que está protegido por un cristal o un metracrilato. Incluso en la propia Sevilla, en la mítica plaza del Museo un cristal protege al Cristo de la Expiración y su Madre de las Aguas.
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